¿Qué sería de nuestra ropa sin patrones o sin color? Si tuviéramos que conformarnos con los colores que resultan de los procesos de las fibras, perderíamos una dimensión muy importante de la moda y de nuestra expresión personal.
El teñido textil convencional y el acabado de la fibra cruda es un proceso sediento y contaminante. El Grupo del Banco Mundial calcula que entre el 17 y el 20 % de toda la contaminación del agua proviene únicamente de los tratamientos de teñido de textiles. Además, para teñir solo 1 tonelada de tela se necesitan 200 toneladas de agua, esto ni siquiera equivale al 0,5% de los 80 mil millones de prendas estimadas que la industria de la moda fabrica al año.
Guatemala no es un lugar que se salva de esta contaminación, incluso hasta cerca de muchas áreas urbanas han aparecido ríos teñidos y contaminados con químicos que han arrasado con ecosistemas.
Estamos hechos de agua, dependemos de ella a diario no solo para nuestros negocios, si no que para la vida misma. Hay una razón por la cual solo podemos vivir sin agua por 3 días, mientras que podemos sobrevivir hasta 2 meses sin comida, si tenemos acceso a fuentes de agua potable.
Parece que vivimos en una batalla entre nosotros mismos y nuestro ego. El PIB incrementa anualmente, la economía crece y nuestros closets se abastecen de prendas pasajeras para satisfacer nuestros egos, mientras que los recursos se contaminan o se hacen escasos. ¿Por cuánto tiempo va a poder prosperar la misma economía con ríos inservibles? ¿Cuánto valdrán nuestras prendas cuando ya no haya recursos para pintarlas? ¿Las tiraremos a la “basura” tan fácilmente?
Para que podamos seguir disfrutando de colores y patrones, es tiempo de incorporar a los cuerpos de agua en la cuenta y pedir a nuestras marcas favoritas transparencia en sus procesos de teñido.