Si queremos entender el pasado de una prenda, analizamos su fibra, si queremos entender su futuro, hay que ver su diseño. ¿Cuál es el destino final de las prendas que usamos hoy? Es uno de dos: reciclaje o desecho. Pero la realidad es que a nivel mundial, solo el 12% del material en la ropa termina siendo reciclado, entonces podemos asumir que para casi toda la ropa que creamos, el destino final es un basurero.
¿Qué nos dice esto? Diseñamos con linealidad, asumiendo que operamos en un mundo con espacio y recursos infinitos. Si bien la mayoría de la ropa puede durar muchos años con un buen cuidado, el mundo de la moda actual acorta artificialmente la vida útil de las prendas con estrategias como la obsolescencia programada, el énfasis en estética sobre utilidad, y las tendencias pasajeras. ¿Cómo no vamos a tener un problema de sobreproducción si estamos creando hasta 52 micro-colecciones anuales, en un mundo donde el clima se ha vuelto impredecible y las estaciones parecen dejar de existir.
¿Qué va a pasar cuando la escasez rompa la ilusión de infinidad?
La oportunidad está en migrar nuestra perspectiva a una de diseño circular.
La cosmovisión india de los chakras ve los puntos en la columna humana como fuentes de energía, todas tienen su propio fin y juntas nos permiten experimentar lo que es ser humano. No es sorprendente que los principios del buen diseño de Dieter Rams se alineen con estos puntos energéticos humanos. Está en nuestra naturaleza interactuar con objetos que sean estéticos e innovadores, útiles y esenciales, conscientes y honestos, comprensibles, circulares y longevos.
Un buen diseño puede hablar por sí mismo, ¿qué dicen nuestros diseños de hoy? ¿Qué queremos que digan nuestros diseños de mañana?